Si bien el nacimiento de un bebé provoca en sus padres alegría y satisfacción, en algunas ocasiones también puede generar estrés, temor o rechazo. Usualmente, estos sentimientos se encuentran acompañados por una profunda culpa. Gran cantidad de mujeres experimentan tristeza en los días posteriores al parto. Este proceso se denomina maternity blues y genera también crisis de llanto, cansancio, ansiedad, dolores de cabeza e insomnio.
Usualmente estos síntomas desaparecen de manera espontánea y tienen una corta duración. Pero si su desaparición no se produce, la madre puede experimentar un cuadro más complejo, denominado depresión postparto, que requiere la atención de un profesional. Su ayuda es indispensable para que el recién nacido no se vea afectado. Se considera que el primer año de vida del bebé es muy importante para el posterior desarrollo del niño. La depresión postparto puede producir en el recién nacido trastornos en su conducta, en su aprendizaje o en sus emociones.
El vínculo que se genera entre la madre y el recién nacido, denominado por los psicólogos apego, es imprescindible en el desarrollo emocional del bebé y le brinda seguridad, tranquilidad, consuelo y placer. La pérdida del apego provoca en el niño un estado de ansiedad y derivará posiblemente en una dificultad posterior en todas las relaciones futuras.
En la sociedad contemporánea, el apego suele verse afectado por la necesidad que experimentan la mayor parte de las mujeres en reincorporarse a su actividad laboral cuando su bebé todavía es muy pequeño. Muchas dejan de amamantar precozmente frente a la necesidad de cumplir los horarios de trabajo. La lactancia genera una relación de suma importancia entre la madre y el bebé, favoreciendo ampliamente el desarrollo del apego.
Si bien uno de los principales factores que desencadena la depresión postparto es la variabilidad del nivel de hormonas durante el embarazo y el parto, hay otro factores que también son importantes, tales como la relación de pareja, el apoyo del esposo, los cambios que se producen en la vida de la pareja frente al nacimiento del bebé, el estrés de adaptarse a esta nueva situación y la economía familiar.
Es importante aclarar que todos estos factores también son experimentados por los padres, que si bien viven el embarazo y el nacimiento desde otro punto de vista, no son ajenos a todos los cambios que se producen en el entorno familiar. Muchas veces incluso sienten una mayor responsabilidad viéndose padres y encontrando a su pareja, reciente madre, en un período de mayor debilidad y dependencia.
De pronto pueden sentirse sólos con toda la responsabilidad de la economía familiar y esto puede producir que se depriman. Esta depresión de los padres también impacta en el bebé y puede ocasionarle futuros problemas de conducta. Si frente al nacimiento surgen sentimientos de tristeza y mucho temor, es posible estar viviendo una depresión postparto. En estos casos, es necesario consultar con un profesional.